Bestax el domador.
La hierba seca crujía bajo sus pies mientras se dirigían velozmente hacia donde vivía el maestro del Moa. Habían pasado un par de días recorriendo el Bosque de Echovald, y Leinad se dejaba guiar por el gran pájaro negro con el fin de que le llevara al autor de la misteriosa carta que portaba el Moa.
Bordearon la pequeña montaña por la que pasaba la línea divisoria entre Kurzick y Luxon por el lado Kurzick .Cada vez había menos árboles en el camino, lo que indicaba que se acercaban al final del pétreo vergel. Mientras corría, Leinad divisó a lo lejos un pueblo. Dedujo que se trataba del Soto de Tanglewood, población limítrofe con el Imperio del Dragón, aunque le parecía extraño no ver hogueras encendidas, y aunque estaban lejos, a Leinad le dio mala espina el aspecto que presentaba el pueblo, aunque no se preocupó demasiado, pues era Luxon y no conocía las construcciones Kurzick, a excepción de aquellas de mayor importancia, para que cuando le enviasen al combate supiera cómo destruirlas claro está, (Aunque ahora) pensó (no me sirve de nada, supongo).
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Mapa de Cantha |
Pasaron de largo el pueblo y la zona boscosa y continuaron ascendiendo por una poca empinada colina que resultó ser una pequeña meseta desde la que aún se podía divisar Tanglewood muy a lo lejos. El lugar era soleado y verde. En el centro del altiplano se encontraba una casa de madera con pinta regia, de altos y estrechos ventanales, con dos plantas, y, a su lado, un enorme edificio de madera de más de 3 pisos de altura, circular y ancho. Al acercarse el joven y el animal, Leinad vio que a la entrada de la casa había un pequeño porche con un par de sillas de madera, y en una de ellas se encontraba un hombre sentado con un gato en su regazo durmiendo ambos plácidamente. Cuando estaba ya cerca de la casa, notó que tropezaba con algo, y un sonido de varios cascabeles repicando llenó el aire. Consiguió evitar la caída, y de repente, varias estacas de madera surgieron del suelo en donde habría caído de no ser por sus reflejos, e intrigado, se giró y vio un cordel muy fino a un palmo del suelo, casi invisible de no ser por la luz del sol que despedía reflejos al impactar en la cuerda.(Una trampa) pensó. De repente oyó el silbar del viento, y gracias nuevamente a sus reflejos de asesino, esquivó la flecha que apuntaba a su cabeza, clavándose ésta en la tierra profundamente con un sonido seco,y miró de dónde provenía.
Para su sorpresa, se encontró con el hombre que antes dormía apuntándole con un arco que había sacado de la nada, en pie y con la cuerda del arma tensa con una flecha colocada, y el gato que antes estaba acurrucado con él, en posición de guardia a los pies del domador.-¿Quién eres tú y qué haces en mi casa?- gritó a la vez que Leinad se reincorporaba.(Me conviene elegir bien mis palabras) pensó mientras tenía en mente el último disparo y la fuerza con la que el proyectil se había clavado en la tierra
–Discúlpeme, señor. Mi nombre es Leinad, pertenezco a los Luxon del Mar de Jade, y vengo aquí acompañado de su mascota - comentó señalando al Moa Negro. El hombre bajó el arco.
-¿Pollo?- Murmuró desconcertado. Se colgó el arma a la espalda y algo más relajado le soltó:-¿Qué haces aquí?-.-Señor, me temo que tengo que hablar con usted sobre cierto incidente en Aspenwood, y sobre el sobre que su ave mascota llevaba-. Le dijo Leinad mientras enseñaba la carta que había cogido del Moa-
El hombre asintió y más tranquilo, se agachó para acariciar y calmar al gato.-Me llamo Bestax- reveló- aunque si tienes algo de materia gris en esa cabeza, ya lo habrás deducido por la carta…Más te vale tener un buen motivo por el que tenerla, chaval…- Musitó mientras se reincorporaba y les hacía una seña al Moa y al gato. Inmediatamente después, ambos marcharon al gran edificio circular al lado de la casa. Leinad supuso que sería algún tipo de indicación del domador que habría enseñado a sus mascotas, aunque seguía sin saber qué era aquel edificio. –Entra muchacho- le dijo a Leinad mientras él mismo entraba en la cabaña de madera
Leinad se apresuró. No parecía que aquel hombre fuera de los que les gusta esperar, y de acuerdo con la situación era comprensible, así que entró en la casa. A primera vista parecía simple, mas tras mirar un poco alrededor, se le antojó acogedora. Siguió a Bestax a una sala medianamente amplia y bien iluminada, con sillas y una mesa de madera. Se sentaron, y Leinad procedió a contarle lo ocurrido, desde el asalto a Aspenwood, hasta ese momento…
Cuando acabó, Bestax cerró los ojos y se recostó más en la silla. Afuera ahora llovía y el cielo estaba cubierto de grises nubes, aunque sin llegar a oscurecerse. Leinad aguardó a que el domador hablara, a pesar de que su naturaleza nerviosa le decía que había que actuar cuanto antes. Finalmente, el domador abrió los ojos y se sentó echado hacia delante, apoyando codos en las rodillas, juntando las manos y sosteniendo la cabeza en ellas. –Si lo que me has contado es cierto, los Apestados ya han llegado más allá del Fuerte de Aspenwood, y se dirigen al Sur. Dado que su ejército es enorme, ya se habrá dado la voz de alarma. Sin embargo, sin las fuerzas imperiales del ministerio de la Pureza, no creo que los Kurzick puedan acabar con todos ellos. Incluso si los Luxon cumplieran con el pacto de hace 17 años, y se unieran a los Kurzick para luchar contra los infectados, no serían suficientes…- Leinad preguntó:- ¿Pero por qué se dirigen al Sur, destruyendo todo lo que hay a su paso?-.
.-¿Recuerdas cómo fueron creados los Apestados? -. El joven asintió, recordó cuando a los 10 u 11 años, Rhea, la sabia anciana Luxon que lo cuidó al morir sus padres, le contaba cuentos e historias que a él le encantaba oír. Siempre había sido muy curioso, y prestó atención cuando Rhea le contó que Shiro usó las almas de los muertos para crear sus construcciones y que propagó la Plaga que creó a los Apestados. Bestax continuó con voz seria: –Shiro los engendró con el único objetivo de que le obedecieran. Los Apestados son criaturas que, sin dueño, son totalmente caóticos. Una vez- dijo mientras un brillo de nostalgia le invadía los ojos- ayudé al ministerio de la Pureza a acabar con los infectados restantes tras la muerte de Shiro, y observé que tenían un carácter destructivo, sin orden ni en apariencia voluntad alguna salvo quizás la de tratar de ir en grupo.
Se podría entender que se formara algún gran grupo de Apestados, y que fueran destruyéndolo todo, pero que tras 17 años de no saber nada de ellos, haya tantos juntos y que tengan un objetivo tan concreto como es seguir hacia el sur tan decididamente, sólo puede significar una cosa: alguien los está controlando. Y sea quien sea, si recurre a los Apestados, quiere decir que planea usar el terror que provocaron 17 años atrás para algún maléfico plan que incluye la destrucción de toda Cantha con algún fin demoníaco.